miércoles

Mensaje de la Dra Babot, a la comunidad de la Facultad, dirigido el lunes 12 en el Salón del Hotel Tucumán Center

Queridos colegas, personal no docente, egresados, alumnos, amigos que nos acompañan

En primer lugar deseamos agradecerles por estar con nosotros en este día cuyo significado y sentido es el de dar un paso más en el juego democrático: la presentación de nuestra fórmula: de la Dra. Rossana Nofal como Vice Decana y de la mía como Decana. Igualmente de los aspirantes a consejeros a quienes presentamos:

Por el Estamento Docente, en la categoría de Titulares, junto a mi nombre está el de la Dra. Elena Rojas, el de la Dra. Lelia Marañón y el de la Profesora Ana María Lascano de Alves

Por los Profesores Asociados y Adjuntos: la Profesora Laura Baides, de Trabajo Social; la Dra. María Elena Villeco de Francés; la Dra. María Laura de Arriba de Ciencias de la Comunicación y la Profesora Patricia Penna de Historia.

Por los Profesores Auxiliares y Jefes de Trabajos Prácticos: la Profesora Virginia Terán, de Inglés; la Dra. María Lenis, de Historia; el Profesor Walter Monjes de Ciencias de la Comunicación; y el Profesor Juan Luis Gonzáles de Geografía;

Por el Estamento de No Docentes: el Sr. Luis Norberto Campero; el Sr. Roque Delfor Mamaní y la Sra.María Isabel Janut

Por el Estamento de Egresados: El Profesor Pablo Mena de Historia; la Licenciada Marcela Leiva de Trabajo Social y el Profesor Juan Dorado de Geografía.

Deseo señalar que este pequeño equipo de trabajo es sólo la imagen visible de una gran cantidad de personas vinculadas de diferente modo a nuestra Casa y a este Proyecto que hoy ponemos a consideración de Uds.: me refiero al grupo de Docentes, No docentes, Estudiantes y Egresados, estos últimos que pasaron por nuestras aulas pero que diferentes derroteros los llevaron por otros caminos. Todos se acercaron y colaboraron con un importante compromiso y fe en estas ideas y propuestas. A todas esas personas, nuestro profundo agradecimiento porque su participación se manifestó tanto en ideas, debates, estímulo y acompañamiento permanente, como en trabajos concretos y materiales, que demandaron tiempo y esfuerzo. Muchos dejaron sus tareas personales y sus familias para asistir a las reuniones y discutir entre todos el Proyecto.
De modo que este cuadernillo que hoy les entregamos es fruto de un trabajo en equipo, de una idea y una práctica democrática instalada desde su inicio.


No me referiré ahora a esa planificación y gestión de las actividades universitarias sino a algo más profundo que subyace en este Plan de Trabajo, a la Filosofía Política que lo sustenta apoyada en dos ejes: promesa y compromiso. Cuando la universidad recibe por primera vez a los alumnos, les formula, implícitamente, una promesa. Promesa que no implica necesariamente -por supuesto- que todos llegarán por igual al logro de su carrera, pero sí, en principio, una oferta de igualdad de oportunidades para alcanzarlo según sus méritos, talentos y esfuerzos. Simultáneamente, el alumno que accede a la Universidad, se representa también una promesa que despierta en él una serie de expectativas por ejemplo, la obtención de su título, relacionado con los resultados de su carrera, la salida laboral o profesional que implica el para qué de una Facultad de Humanidades. Pero hay otra cuestión relevante en el planteo ¿tendrá el alumno la capacidad para alcanzar ese objetivo? Formulado de otro modo ¿Con qué bagaje económico y socio cultural ingresa el alumno a la universidad?.Las respuestas a estas demandas dependen de varios y complejos factores, entre ellos, por supuesto, de esfuerzos personales y capacidades o predisposiciones naturales -como dije-pero esto no es todo.
Por eso nos preguntamos ¿La Universidad, nuestra Facultad, cumple realmente con aquella implícita promesa? Creemos que no, por lo menos no acabadamente. Quizás los que llegan al final de su carrera sientan gratamente que sí pero ¿qué ocurre con los que no tienen la posibilidad de acceder? ¿con los que no pueden permanecer? ¿ con los que quedan en el camino?
Quiero detenerme, como anunciara, en esos dos ejes fundamentales: la promesa y el compromiso. Respecto de este último, se trata del compromiso que asumimos nosotras ante Uds., ante la comunidad universitaria y ante la sociedad. Y es necesario destacar que tomamos la palabra “compromiso” no en su acepción de “obligación contraída”, sino como “palabra dada”, “fe empeñada”. Y aunque estos conceptos y valores parecieran haberse perdido en la vorágine de la posmodernidad, de lo intrascendente, de la banalidad, cuando no de la demagogia, nosotras los asumimos con la densidad de un imperativo ético: la necesidad de cumplir con esa palabra y esa fe empeñada. Y en este lamentable clima electoral de sospechas, de olvido y negación de la palabra dada, Uds. se preguntarán qué garantía les ofrecemos de que vamos a cumplir con lo expresado por escrito .
En este sentido les podemos responder que hay una trayectoria académica de seriedad y compromiso que tanto Rossana Nofal como yo, así como el equipo que nos acompaña, hemos establecido con la Facultad. En nuestro caso personal, a través de muchos años de docencia, investigación y sobre todo de trabajo, que pueden sostener nuestra palabra. Porque esta “palabra” comprometida, no solo nos ha instalado en el mundo en sentido filosófico, sino también desde el punto de vista de la Filosofía universitaria, en nuestra Facultad, en nuestro medio, en nuestra sociedad.

Ahora bien, ¿Por qué he relacionado “promesa” hacia el estudiante y “compromiso” universitario? Porque pensamos que la Universidad, en particular nuestra Facultad, debe cumplir con su principal objetivo socio- político de ser centro de una democracia que convierta en reales los derechos formales de la igualdad. Es éste uno de los más graves problemas de la universidad contemporánea, el de sostener, pese a las políticas neoliberales y mercantilistas, una Facultad inclusiva, que no sólo facilite el acceso sino que vele por la igualdad de oportunidades cuyo significado no se agota en el acceso gratuito a la universidad. Una Facultad inclusiva debe atender a las desigualdades sociales y culturales de los alumnos que se inician, desigualdades de base, que si la Universidad no corrige de diferentes modos, reproducen los privilegios sociales y económicos. En otras palabras, si no atendemos a la problemática de una igualdad real en el sentido citado, de nuestra Casa saldrá solo un grupo de intelectuales destinados a los cargos de poder. Lo cual puede ser significativo si están comprometidos con la democracia, pero no debemos perder la riqueza incalculable de un intelectual humanista que puede ofrecer un gran aporte a la sociedad en los más variados órdenes. Por esto es fundamental que la Universidad no solo produzca saberes, que no sea solo el centro de la búsqueda de la verdad o del ethos académico, ni únicamente el generador de la ciencia, aún tratándose de algo tan esencial como una ciencia de calidad puesta al servicio de la sociedad y sus mejoras. Lo importante es que la universidad reproduzca los principios de un Estado de Derecho democrático y nacional –inclusive inserta en su medio regional- y que resguarde la democracia republicana, corrección de la democracia liberal..
El lograr una universidad democrática, abierta e inclusiva exige, a su vez, el resguardo de la autonomía, autonomía que implica una resistencia y una masa crítica frente al poder hegemónico.

Una democracia real, decía, que luche por los derechos de los estudiantes, de los docentes casi marginales por su situación económica, por los derechos del personal no docente, que si bien poseen sus canales gremiales específicos, deben ser valorados, porque son los colaboradores esenciales del trabajo docente y de la marcha ágil y eficiente de la Facultad. Por otra parte recordemos también que para que la democracia se torne real, tenemos derechos pero también responsabilidades, normas que cumplir porque la anomia es una sombra siempre acechante para la democracia. Tampoco olvidamos a aquellos que la Facultad formó y debe seguir formando y ofreciendo oportunidades, al egresado a quien pensamos integrar de múltiples formas y recordarles que la Facultad es un cálido hogar que los espera de regreso.

Pero es necesario reflexionar también sobre otro de los temas que convergen en nuestra concepción de universidad, que explica y completa lo expuesto. Cuando hablamos de una universidad gratuita, única forma dentro de un Estado auténticamente democrático, somos conscientes del desafío de la masividad. Problemática que a veces es planteada como la cara opuesta de la calidad y excelencia universitaria. Ambas se encuentran en el centro del debate educativo no solo en nuestra Universidad sino en diversas Casas de Altos estudios. Demás está decirles que esto se está dando actualmente en nuestras aulas abarrotadas, en la escasez de docentes, en la carencia de espacios y de elementos, pese a las nuevas construcciones y a los esfuerzos realizados por el Rectorado y por la gestión actual en este sentido.
Aquí pareciera surgir un dilema que algunos lo ven a través de una concepción elitista de universidad: una Educación Superior gratuita y abierta a todos amenazaría con bajar y hasta destruir la calidad educativa. ¿Qué haremos al respecto? establecemos cupos, condiciones económicas de ingreso? Si procediéramos así violaríamos lo que se estableció desde 1789 en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano: “Todos los ciudadanos son igualmente admisibles a todas las dignidades, lugares y empleos públicos según su capacidad y sin otra distinción que sus virtudes y sus talentos” . Violaríamos también nuestra propia Constitución cuando señala que todos los hombres somos libres e iguales en Derechos. Esta conquista del Estado Moderno y Contemporáneo en sus orígenes, fue un punto de partida fundamental y valioso. No obstante sabemos que en una sociedad de cambios acelerados, hoy resulta insuficiente. Por eso debió completarse actualmente con la idea de la educación como un derecho pero no como un derecho a secas, sino como un bien social. Y si es un bien social, ¿dejaremos fuera de su acceso a todos aquellos que un sistema democrático y una universidad democrática deben recibir? Por supuesto que la decisión de aceptar un acceso abierto a los estudios universitarios no es sencilla y acarrea un complejo de dificultades, por empezar la mera distribución de los espacios físicos en la Facultad. Pero si asumimos un compromiso como docentes e investigadores democráticos, insertos en una problemática latinoamericana y regional, si creemos en el sistema y aspiramos a concretarlo, ¿no sería valioso que la comunidad educativa nos acompañe en una mayor contención y seguimiento de los alumnos, así como a través del sistema de Tutoría y mediante la implementación de becas? Esto sin descuidar la gestión y la lucha por un mayor presupuesto educativo.
Por nuestra parte asumimos la masividad como un desafío de la futura gestión y como una de las oportunidades que puede tener un alumno desamparado en sus necesidades económicas y en su bagaje cultural
Pues bien, esto implica coherentemente tomar posición también respecto de la justicia y de la equidad, entendida la equidad como inherente a la primera y la igualdad de las libertades fundamentales como la igualdad de posibilidades y de maximización de las necesidades sociales básicas. Es decir, pensar en una política universitaria que una la ética política con la ética de la universidad, que convierta los derechos formales a la igualdad en derechos reales y para lo cual necesitaremos no perder de vista el horizonte utópico pero tampoco una ubicación y comprensión de la realidad que es compleja y difícil. Como ven, no ofrecemos un camino fácil ya que el mundo real de la educación está lleno de asperezas y de incertidumbres. Estamos preparadas para las dificultades y los interrogantes ¿De qué otro modo avanzaríamos en el cambio?.
En este sentido, nuestro Proyecto es innovador, pero simultáneamente se asienta en los logros del pasado y profundiza e incorpora una radicalización de la mirada social e inclusiva.
Deseamos emprender este camino “aventurado” junto a Uds. Les pedimos que nos acompañen
Por último, gracias a la Universidad Nacional de Tucumán, gracias a la Facultad de Filosofía y Letras, gracias nuevamente a todos los que nos acompañan, a los que trabajaron y trabajan por este Proyecto. Y pido a la oposición que sostengamos este proceso con dignidad y sin violencias para afianzar cada vez más el sistema democrático